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¡Pueblos Quiches! ¡Esta es la primera tradición; ésta es la primera y única verdad; la primera leyenda…! ¡Escuchadla…!

¡Pueblos Quiches! : renovad vuestros sacrificios a Tohil e Ixmucané, para que vuestros oídos se hagan dignos de escucharla… ¡Es la primera relación sobre el Quetzal…!

¡Pueblos Quiches! : cesen vuestras concupiscencias…, cesen de llenar el ambiente los ruidos de vuestros atabales, el llamado de los caracoles, los ronquidos del tun y los lamentos de las chirimías… ;Que solo se oiga en la montaña la música quejumbrosa de los zenzontles, de los Pitos reales y de los guardabarrancas…! ¡Quemad pom ante los tabernáculos de vuestros dioses sempiternos, como nuestra raza, para que su aroma, grato a ellos, llegue hasta los propios rostros de Ixbalam e Ixbalamqué…!

¡Pueblos Quiches! : purificaos…, vais a escuchar la primera relación, la única, la verdadera – postraos de hinojos—, de por qué el cuerpo del Quetzal…

¡Pueblos Quiches! por mi boca hablará el espíritu.

…que sólo habita en las enhiestas cumbres de nuestros montes indios, y que jamás puede vivir en cautiverio y que antes de la llegada de los teules era una esmeralda con alas, tiene ahora el pecho rojo como la sangre que brota de los corazones de las víctimas que sacrificamos a Tohil, «el Corazón de la Guerra…».

¡Pueblos Quiches! : escuchad; por mi boca os habla «el Corazón del Cielo», Sacol y Bitol, Alom y Cajolom, Tepeu y Gucumatz… Escuchad:

—Antes —de esto hace miles de   años, la Esmeralda con alas, la Orquídea que vuela, el Quetzal, cubría su cuerpo con un plumaje verde, como el verde de las montañas que hacen eco a su voz. Pero un día, sin que nadie los llamara, vinieron a nuestros dominios quichés los teules. Entonces, Tecún Umán, nuestro gran cacique, a quien ungiera como tal el mismo «corazón de la Guerra», Tohil,’ quien puso en su pecho un pedazo de su mismo corazón, dispuso arrojar a los invasores de nuestro suelo, En este bella empresa acompañaba a Tecún el Sagrado, la Esmeralda con Alas, el Quetzal, que era su Nabual, y el cual entonces era verde, como el verde de las montañas, y que no tenía en su pecho la mancha roja como los labios de la Virgen Maya. Tecún, el valiente; Tecún, el heroico, cuyo espíritu aun vive y vela por nosotros, su pueblo, presentó combate a Toniatiuh, el jefe de los teules, en las riberas mismas del rio Xequijel, cuyas aguas se tiñeron de sangre, tal la cantidad de elle derramada (estos mismos volcanes que se pasan unos a otros, mis palabras fueron testigos del combate). Tecún Umán, valiente como el pueblo que capitaneaba, peleó cuerpo a cuerpo con Tonatiuh. Mientras lo hacía, la Esmeralda con Alas, el Quetzal, revoloteaba sobre su cabeza y sus manes dirigían su lanza. Tecún Umán pensaba que Tonatiuh y su caballo —bestia entonces desconocida y qua jamás debéis montar— formaban un solo cuerpo; por lo cual a este último, por ser más grande, dirigió su lanza sagrada. Aprovechó Tonatiuh este instante para hundir su acero en el pecho de Tecún Umán, en cuyo pecho había puesto un pedazo del suyo, Tohil, «el Corazón de la Guerra», cayendo entonces nuestro gran cacique para no levantarse más…

¡Pueblo Quiche! ¡Pueblo Quiche! Escuchad, escuchad, y al hacerlo, llorad como sólo sabe hacerlo el gato de monte Y gemid como el coyote…

…pero una gota de sangre, que es la misma sangre de nuestra invencible raza Maya, saltó de su pecho manchando el- de la Esmarakla con Alas, el del Quetzal, que desde entonces tiene el pecho rojo…

¡Pueblo Quiche! : Repetid hasta la consumación de los siglos, repetidlo a vuestros hijos, y tened fresca la tradición hasta que vuestro pueblo se levante, que ya sabéis por que la Esmeralda con Alas, la Orquídea que vuela, el Quetzal, tiene ahora en el pecho engastado un rubí…

¡Pueblo Quiche, pueblo amado de Ixbalam e Ixbalamque! ¡Ya no escuchareis más mi voz…!

¡Mi boca, por la cual os ha hablado el mismo Corazón del Cielo, callará para siempre. .! ¡Mi voz, que es la voz de Sacol y Bitol, de Alom y Cajolom, de Tepeu y Guzucmatz, se apagará Echen al viento sus notas tristes vuestros atabales, tunes y chirimías para que entre ellas se pierda. Y quemad pom para que entre su humo, que ha de subir hasta los rostros de nuestros dioses sempiternos, como nuestra raza, suba el cuerpo de vuestro brujo por cuya boca habló el Corazón del… Cie…lo…».

Hay un verdadero concierto de atabales, tunes y chirimías, Las resinas del pom, que tienen olor a tierra indígena, embalsarnan el ambiente. El pueblo quiché, hierático; ora y se pasa de boca en boca las palabras del brujo por cuyos labios hablo el mismo Corazón del Cielo. A través de los cbaajs, qua murmullan, se siente el susurro de la voz- de Dios. En tanto que la Esmeralda con Alas, el Quetzal, Vuela sobre nuestras enhiestas montañas luciendo su larga cola, que es arco iris de paz para su pueblo, mostrando su pecho en el cual lleva engastada para siempre; por los; siglos de los siglos, una gota de la sangre del pecho de Tecún Umán, en el cual puso un pedazo del suyo, Tohil, el «Corazón de la Guerra»…

 

Bibliografía

Gálvez, F. B. (2006). Cuentos y Leyendas de Guatemala. Guatemala: Piedra Santa

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