Tag: demonio

…mi cabeza no me deja…esas dementes y perturbantes imágenes que no me dejan vivir en paz, que me molestan, me visitan, me distraen de mi día a día, los veo, se burlan…cada uno de ustedes por alguna razón tome su vida…interrumpen mi pensar, mi amor, mi pasión…como pude dejar que alguien me hiciera recordar… hacer vivir mi pasado de nuevo… ¿que en algún momento fue quien me definió?…o ¿quién todavía soy?…es pasado eso quiero pensar, eso quiero desear, lo dejo a un lado, necesito de tu ayuda…mi ayuda para cerrar ese capítulo, del cual no quiero recordar…mucho menos regresar…

Esas almas no me dejan de molestar, recuerdo cada momento que estuve con ustedes, y siento su ultimo suspirar, ¿satisfacción?…no lo creo, más tristeza al saber que el hombre está lleno de maldad, y…yo fiel prueba de eso soy, no quiero recordar…

…no quiero sentir ese último aliento, ni el calor de tu sangre caer sobre mi piel, no deseo ver tu rostro vacío, al ver que tu alma se ha ido…no deseo pensar ni recordar, que sentía al devorar tu ser…estoy destruido, mi mente no puede dejar de pensar en ese momento, o esos momentos… ¿dónde voltee mi ser para volverme quien no soy?,… necesito de ti, para que me regreses a mí, y esas almas me dejen de molestar, de perturbar mi sueño, que se vuelven pesadillas, ya no quiero soñar…no puedo descansar…de lo cual cada día estoy más lejos de poder realizar…

…no puedo borrar sus imágenes que luchó por encerrar dentro de mí…y nunca más saber o recordar de donde salí…no me importa olvidar buenos momentos, más si deseo olvidar todos esos malos recuerdos…destruyó esas imágenes, y ahora me visitan estando despierto…tú eres más fuerte que eso y regresa a ser quien últimamente te has estado convirtiendo, lucha con ese demonio…que solo pone a prueba tu buen actuar…

Esas almas que en algún lugar de mi ser, gritan de angustia…pido una disculpa…porque no soy digno…les pido, ochenta y cinco almas…déjenme vivir en paz…

 

Compartido por: Mr. J

Estando en mi habitación de hotel, entro en trance y no entiendo que me sucede, Camino y escucho la voz de alguien llamarme por mi nombre…volteo inmediatamente y mi hija esta recostada en una cama, sin embargo sé que no es Ella la que llama…me vuelven a llamar y no veo a nadie…veo a mi hija en un profundo sueño…volteo a ver por todos lados y encuentro a un bebe tirado en el suelo, corro a ver si está bien, escucho su llanto, lo tomo en mis brazos, lo abrazo con el deseo de reconfortar su pesar, escucho su risa y balbuceo, y cuando le destapo su carita…no logro ver esa inocencia y ternura habitual y en la profundidad de este bello ángel, siento una energía maligna,  más sus ojos se llenan de un negro total, con toda su fuerza y por alguna razón sus manos cubren mi cuello, veo mi cara reflejada en su rostro, ¿es mi igual?…pierdo poco a poco la respiración, estoy por desmayarme, cuando escucho una risa y siento ese escalofrío regresar a mi cuerpo…que me despierta de golpe…me levanto de un salto y busco echarme agua en la cara, no veo mi reflejo en el espejo…como tampoco me sigue mi sombra… siento un golpe en la cabeza, que me hace perder la conciencia…tus marcas amanecen conmigo, alrededor de mi cuello, al despertar tendido en el piso del baño…ahora ya no deseo dormir…no tengo control…no quiero tenerte cerca de mi…sé que eres una parte viva que siempre has estado durmiendo en mi interior, quédate allí…y no regreses…!nunca más¡…aunque no lo niego, si te voy a extrañar…

 

Compartida por: Mr. J

Noche de perros – asi la definio mi acompañante – fue la noche en que hallamos, con las manos férreamente sijeyas a una mata de escubilla, a Chon Zelada, botado en la quebrada de Orotapa.

Las fuertes y pertinaces lluvias de octubre caian de tal forma sobre nosotros, que ni siquiera respetaban nuestros ponchos de hule, llegando hasta colarnos los huesos.

  • Lo mejor será, patrón – insinuo mi acompañante, en tan triste estado – que lo levantemos y que nos lo llevemos pa´lahacienda.
  • Eso mesmo pienso yo, vos Lupe, hagamoslo…ayúdame a levantarlo, queres…
  • Gueno…

Entre los dos levantamos a su pesado cuerpo sin sentido, que quien sabe cuanto rato llevaba de estar allí en esa posición. Lo subimos sobre su yegua que fiel no lo había abandonado ni un momento. Lo atamos sobre la montura con el pial. Y emprendimos, seguidos por la bestia que llevaba encima el cuerpo sin sentido de su dueño. La caminata de siete leguas largas que teníamos que recorrer para llegar a la hacienda.

Durante la trágica travesia, solamente nos hicieron compañía, el ruido de los grandes goterones de lluvia, las pisadas de las bestias sobre el enfangado camino, y los tapacaminos que haciendo cabriolas frente a los caballos los hacían ponerse pajareros. ¡oh, soledad sobrecogedora de las noches de lluvia, en las que los hombresnos sentimos solos, infinitamente solos….¡

Al pasar frente a la criz de paloencalado, colocada a la vera del camino para recordar que allí aplicaron la “ley fuga” al Chema Lopez, famoso revolucionario de la época de los “lucios”, Lupe salio de su mutismo, y me saco del mio, diciéndome:

  • ¡A mi se me figura, patrón, que en este lio de la caída del Chonanda de por medio La Ciguanaba…!¡A mi se me imagina que´es ansina!no ve que la fianda Chepa, mi mairina, que Dios tenga en su santa gloria, nos contaba que si´aparecia en esos lugares en la forma de la traída d´uno pa´despues llevárselo a caminos en que lo deja a uno perdido…
  • ¡Qué Ciguanaba ni que nada, vos Lupe! El Chon se cayó de piro bolo que ha de haber venido. ¿No le sentiste, pues, el tufo a guaro que despedia…?

Y nos volvimos a quedar silenciosos. Muy entrada la noche, tan entrada que en la casa todo el mundo dormia, llegamos a la hacienda…

Y ansina como se le figuraba al Lupe, pasaron las cosas. El mesmo Chon, al volverle al día siguiente el “alma al cuerpo”, nos hizo el relato de todo lo que le había pasado. ¡Por un puro milagro era que podía contar el cuento!

Todo el día lo pasó chupando ricos y largos tragos de “olla de San Chomo” en el estanco “Aquí se olvidan las penas”. La goma que le dejó el mucho guaro bebido en un velorio le obligó “a seguirla” en compañía de unos cuantos amigos. La goma es bien fregada y el flato que ella causa no se va si no es con más guaro.

A las seis de la tarde se sintió como nuevo. Se despidió de sus amigos. Se hechó al cuerpo la última cuarta y se fue para la hacienda.

“No te vayás, vos Chon – le dijeron sus amigos- mirá que el tiempo está muy requeté perro y te puede pasar algo. Quédate con nosotros y te vas mañana de alba”.

No les hizo caso, fustigó a su yegua en la que se mentó de un brinco, y se fue como ventarrón para la hacienda.

Entre obscuro y claro pasó por la quebrada, en ella divisó, como a dos varas de distancia, a la Cholita, que haciéndole dengues la llamaba para que se acercara a donde ella estaba.

“Mujeres del diablo – nos contaba el que pensó – anoche tan retrechera que estaba conmigo en el velorio y aura se me viene a ofrecer…”

Se bajó de la bestia. La dejó al lado del cerco. Y se fue derechito a donde estaba la Cholita.

Sin decirle agua va, se le fue encima, para darle un abrazo, meterle zancadilla y “hacer una de las suyas…” Pero al estrechar su cuerpo, sintió que este era como de plumas notando al mismo tiempo que la cara de la que creía que era la Cholita, se transformaba en la faz horrorosa de la ciguanaba, que ya principiaba llevárselo hacia los caminos en que pierde a los infelices que caen en sus redes. Tuvo tiempo aún para agarrarse a una manta de escubilla, y no supo más de el. ¡Perdió el sentido!

“El agarrarme de la manta de escubilla me salvó, patrón. No ve, pues, que cuando el malo hizo a la ciguanaba le faltaba pelo que ponerle y se lo puso de lo primero que encontró en los caminos de escubilla, y por eso el único medio de que ella lo suelte a uno cuando se l’iaparece, es agarrarse de una mata de escubilla y halarla fuertemente, pues entonces ella siente que le hala uno el pelo y lo suelta…”

¡Y esa fue la causa de que encontráramos a Chon Zelada, con las manos férreamente sujetas a una mata de escubilla, botado en la quebrada de Orotapa…!

 

Bibliografía

Gálvez, F. B. (2006). Cuentos y Leyendas de Guatemala. Guatemala: Piedra Santa

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Un día de mayo del año 1433 en la época de Concilio Basilea, un grupo de eclesiásticos fue a pasear por un bosque cercano de la ciudad. Formaban aquél prelados, doctores, monjes de toda clase, y y discutían acerca de puntos difíciles teológicos, poniendo distingos, argumentando, acalorándose acerca de las annatas, las expectativas y las restricciones, empeñándose en averiguar si Santo Tomas de Aquino había sido mayor filósofo que San Buenaventura…¡qué sé yo! De pronto, en medio de sus discusiones dogmáticas y abstractas, calláronse, quedando como si hubieran echado raíces bajo un tilo florido en el cual se escondía un ruiseñor que daba al aire sus más melodiosos, sus más suaves, dulces y enamorados trinos. Todos aquellos sapientísimos varones sintiéronse maravillosamente emocionados, sus escolásticos corazones abriéronse a aquellas cálidas emanaciones de la primavera; despertaron de la abstracción glacial en que se hallaban sumidos; se miraron con sorpresa y arrobamiento, hasta que, al fin, uno de ellos hizo observar sutilmente que todo aquello no le parecía muy canónico, que aquel ruiseñor podía ser muy bien un demonio, y que ese demonio había venido a interrumpir y desviar su conversación cristiana por medio de sus seductores cantos, que les arrastraban a la voluptuosidad y al pecado. Entonces uso contra él el exorcismo que se acostumbraba…dícese que el ave contestó al conjuro: “sí, yo soy un espíritu maligno”, y tendió el vuelo sonriendo. En cuanto a los que le habían oído cantar, aquel mismo día enfermaron, no tardaron mucho en morir.

Bibliografía

Perés, Ramón. (1973). La Leyenda y el Cuento Populares. Barcelona: Editorial Ramon Sopena, S.A.

He aquí la historia que me contó Chen Lin-cheng; Un viejo amigo suyo estaba echado a la hora de la siesta, un día de verano, cuando vio, medio dormido, la vaga figura de una mujer que, eludiendo la portera, se introducía en la casa, vestida de luto; cofia blanca, túnica y falda de cáñamo. Se dirigió a las habitaciones interiores y el viejo, al principio, creyó que era una vecina que iba a hacerles una visita; después reflexiono: ¿Cómo se atrevería a entrar en casa del prójimo con semejante indumentaria?

Mientras permanecía sumergido en la perplejidad, la mujer volvió sobre sus pasos y penetró en la habitación. El viejo la examinó atentamente: la mujer tendría unos treinta años; el matiz amarillento de su piel, su rostro hinchado y su mirada sombría le daban un aspecto terrible. Iba y venía por la habitación, sin intención ninguna, al parecer, de abandonarla; incluso se acercaba a la cama. El fingía dormir para mejor observar cuanto hacía. De pronto, ella se levantó un poco la falda y saltó a la cama, sentándose en el vientre del viejo; parecía pesar tres mil libras. El viejo conservaba por completo la lucidez, pero cuando quiso levantar la mano se encontró con que la tenía como encadenada; cuando quiso mover un pie, lo tenía paralizado. Sobrecogido de terror, trató de gritar, pero, desgraciadamente, no era dueño de su voz. La mujer, mientras tanto, le olfateaba la cara, las mejillas, la nariz, las cejas, la frente. En toda la cara sintió su aliento, cuyo soplo helado le penetraba hasta los huesos. Imaginó una estratagema para librarse de aquella angustia: cuando ella llegara al mentón, él trataría de morderla. Poco después ella, en efecto, se inclinó para olerle la barbilla y el viejo la mordió con todas sus fuerzas, tanto que los dientes penetraron en la carne.

Bajo la impresión del dolor la mujer se tiró al suelo, debatiéndose y lamentándose, mientras él apretaba las mandíbulas cada vez con más energía. La sangre resbalaba por su barbilla e inundaba la almohada. En medio de esta lucha encarnizada el viejo oyó, en el patio, la voz de su mujer.

  • ¡Un fantasma! – grito en el acto.

Pero apenas abrió la boca, el monstruo desvaneció, como un suspiro.

La mujer acudió a la cabecera de su marido; no vio nada y se burlo de la ilusión, causada, pretendió ella, por una pesadilla. Pero el viejo insistió en su narración y, como prueba evidente, le enseño la mancha de sangre: parecía agua que hubiera penetrado por una fisura del techo y empapado la almohada y la estera. El viejo acerco la cara a la mancha y respiró una emanación pútrida; se sintió presa de un violento acceso de vómitos y, durante muchos días, tuvo la boca apestada, con un hálito nauseabundo.

 

Bibliografía

Narraciones Terroríficas, Antología de cuentos de misterio. Barcelona: Ediciones Acervo, 1968.

Autor: P´ou Song-Ling (1640-1715)

¡Hora de visita! – gritan; abro los ojos y veo las 3:33am en punto, atravesando mi catre veo tu silueta, vagando de un lado a otro, nuestro hijo en un brazo y una vela negra en la otra, me brinca el corazón de emoción; ¿Amor?…, no respondes, no puedo moverme, me cuesta respirar, y siento el tuyo cerca y de alguna forma lejos, me volteas a ver, vuelvo a sentir tu mirar lleno de odio, y como se ha ido transformando tu sonrisa en una risa de locura, tiras la llama sobre el niño, este está siendo quemado y llora…tu sonríes, y observas como tus demonios me atrapan sobre el colchón, no puedo moverme, no puedo hablar, no puedo hacer nada más que observar como lentamente se quema el cuerpo de…nuestros sueños…

…extiendes una mano y soplas sus cenizas en mi rostro…súbitamente estoy libre…te has ido con tus demonios, momento, me has dejado los míos….

Compartida por: Mr. J

Acostado en cama, silencio alrededor, tranquilidad total, vacío de horas, paz demoníaca, sentí tus caricias en la espalda, soledad total, tu seguidilla de  besos en mi nuca, tu aliento putrefacto…temía por mi vida…y así te busqué …mas solo encontré el roce de tu vestido de seda, en tu huida, y las marcas de la muerte en mi cuello…

Compartida por: Mr. J

Te encontré en mis sueños, en un camino rodeado de árboles, tu ibas caminando por delante, vestido blanco de lino, al darte alcance y poder rozar mis dedos en los tuyos, sentir el aroma de tu perfume, volteaste…me absorbió tu mirar, la demoníaca negrura de tu pupilas se clavaron en mi alma…lentamente separaste los labios, absorbiste mi último suspiro…ese fue mi último sueño…

Compartida por: Mr. J