El antiguo temor a los eclipses.
Para casi todas las culturas prehispánicas el nombre eclipse era sinónimo de un fenómeno sobrenatural donde algún ser malvado se comia al sol o a la luna.
En náhuatl, el idioma de los mexicas, el sol se llama Tonatiuh, que literalmente significa “comedura del sol” (de Tonatiuh, “sol y cua, raíz del verbo comer), y el eclipse de luna se dice Metztlicualo.
La reacción de la gente ante un eclipse era congruente con que el sol y la luna eran comidos: si era de luna, las mujeres temían que así como la luna era comida, podía suceder lo mismo con el niño que llevaban en el vientre y que nacería sin labios o sin nariz, o algún otro defecto o malformación, y para impedir que esto pasara se ponían una navaja de obsidiana sobre el vientre para defender el feto de la mala influencia del eclipse. También se creía que el niño de una preñada se convertiría en ratón a causa del eclipse.
El “comimiento del sol” era más peligroso. Si era comido por completo, a nunca más alumbraría ni “haría su obra diaria”. Los mexicas al iniciar un eclipse hacían mucho ruido y gritaban para espantar al “ser” que devoraba al sol, también realizaban auto sacrificios y sacrificios humanos, los primeros eran punzarse las orejas de maguey y pasar por las heridas cordeles, para el segundo hacían sacrificios humanos de preferencia de piel y cabello blanco, ya que estos eran atributos del “dios Solar”.
Se creía que durante estos eclipses venían a la tierra los tzitzime, seres sobrenaturales y feroces que se comían a la gente, y existía el temor que si el sol desaparecía, se apoderarían del mundo.
En México aún existen pueblos indígenas y estos aún mantienen sus creencias sobre los eclipses.
Los lacandones creen que un jaguar es quien devora al sol, y que si se lo comiera por completo el mundo se acabaría. Para que esto no pase rezan a Hachekyum, el dios principal y superior a todos, para que lo impida. Los antiguos mayas creían que quien se comía al sol o a la luna podía ser uno de varios seres monstruosos (semejantes a aves, mamíferos o reptiles).
Entre varios grupos aborígenes existen algunos rastros de las antiguas creencias, mezcladas con las antiguas ideas de los europeos quienes pensaban que los eclipses eran señales de enfermedades, muerte, hambruna y desgracias.
El temor en los eclipses no es particular de los grupos antiguos, aun en tiempos modernos persisten, un curioso ejemplo lo podemos encontrar en la hemeroteca del Archivo Histórico Pablo L. Martinez del periódico “La Baja California” de 1878, donde aparece la siguiente noticia.
“Se había anunciado un eclipse de sol para el año pasado, y la noticia había difundido tal consternación entre los habitantes de los pueblos que los curas apenas se daban lugar para atender a los penitentes que acudían al confesionario, uno de dichos curas agobiado ya por tanta concurrencia, encontró este recurso para detener tal furor de confesarse. Hijos míos dijo a los campesinos, no hay necesidad de apresurarse tanto, ya que se ha convenido aplazar el eclipse para dentro de otros 15 días.”
Aunque en pleno siglo 21 se conoce la naturaleza y peligros reales de un eclipse, se siguen creando supersticiones o algunas teorías de fin del mundo.
Los investigadores de los OVNIS, aseguran que en México a partir del eclipse de 1991 se vio una oleada de Objetos Voladores no Identificados, apareciendo por todas partes, videos, testimonios y noticias al respecto, durante la década de los 90s se vivió un furor por este fenómenos en todo el país, asegurándose por muchos que “seres del espacio” venían a contemplar también el eclipse.
Por ejemplo en periódicos de Baja California Sur, notas redactadas por el célebre periodista Rogelio Olachea Arriola, habla sobre avistamientos de OVNIS en el estado y como en el país también se vive este fenómeno.
Jaime Maussan en una de sus recurrentes visitas a Baja California Sur hablo en entrevista para la desaparecida revista “compas” donde declaro que durante el eclipse de 1991, en Baja California, México y el resto del mundo se habían logrado graban muchos videos de naves extrañas que se encontraban muy cercano al fenómeno astronómico.
La península de Baja California Sur, siempre recibe con alegría los eclipses de Sol y Luna, gracias a sus cielos siempre azules, despejados y estrellados. Los antiguos y modernos californios han aprendido apreciar las estrellas y sus bellos fenómenos.
Compartida por: Gilberto Ortega Aviles