Tag: jinetes espectrales

A finales de 1790 en los alrededores de la pequeña comunidad de Tarrytown, New York, existía un solitario valle, hogar de demonios y seres espectrales. Entre estos había uno que regia sobre los demás: el espíritu de un jinete decapitado que atravesaba el lugar a toda velocidad sobre un negro e imponente corcel. Hubo quienes creían que se trataba del ánima de un soldado de Hesse a quien una bala de cañón arrancó de cuajo la cabeza mientras galopaba en batalla. Desde entonces, su fantasma se dedicó a deambular por el valle de sleepy hollow en busca de su testa perdida. Su cuerpo – se pensaba – estaba enterrado en el camposanto junto a la vieja iglesia del pueblo, donde algunos valientes decían haber visto al endemoniado caballo amarrado a una de las tumbas justo antes del amanecer.

Si alguien tenia la mala suerte de estar en el bosque durante la noche, corría el riesgo de encontrarse con el jinete. Este se contentaba con dejar oír el ruido de los cascos de su bestia para provocar el pánico. Pero otras veces, si su victima iba montada, se colocaba a su par o galopaba detrás de ella, persiguiéndola en una enloquecida carrera tras la que sólo quienes eran lo suficientemente rápidos y diestros vivían para contarlo.

Uno de los cuentos populares en los que pudo inspirarse, es la llamada “Caza salvaje”. Según la versión más expandida del mito, éste es una partida de cazadores fantasmas montados a caballo que junto con sus enormes sabuesos, procedentes del infierno, se hallan inmersos en una desenfrenada carrera a través del cielo y la tierra. Algunos creen que estas ánimas se encargan de perseguir por las noches a los pecadores y a aquellos no bautizados, como se relata en una leyenda de los Países Bajos, en la que al morir, el espectro de la concubina de un cura católico es perseguido por estos seres, dejando escapar alaridos que, junto con los ladridos de los perros y el trote de los caballos fantasmales, hielan la sangre de quien los oye.

Dependiendo de la región donde la leyenda se cuente, este grupo puede ser liderado por un guerrero o señor de gran importancia, como el rey Arturo de Gran Bretaña, o una deidad, como ocurre en los países nórdicos, donde se creía que se trataba del dios Odín montando a lomos de su caballo de ocho patas Sleipnir. En una de las tantas versiones del folclor inglés, quien encabezaba la marcha era el rey Herla, monarca que luego de haber sido convidado a la montaña de los enanos fue advertido de no apearse de su caballo hasta que un perro de caza que iba en su silla de montar bajara primero. Trescientos años después se dice que tanto él como su comitiva siguen galopando.

El líder de la Caza Salvaje también podía tratarse de un personaje de la historia de cada localidad. Como en la leyenda alemana, donde un caballero tan aficionado a la caza se atrevió a continuar su pasatiempo incluso en domingo, día de asueto. En una de estas jornadas persiguió a su presa hasta los pies del altar de una iglesia en medio de la ceremonia, y ahí mismo le dio muerte. El sacerdote enojado ante la falta de respeto maldijo al cazador. Del suelo salieron varios enormes perros que tomaron al caballero entre sus dientes y lo hicieron pedazos. Desde entonces, durante las noches de tormenta se puede ver al espectro en busca de alguna presa que deberá llevar al infierno.

La comitiva que acompañaba a estos seres malditos estaba compuesta por almas perdidas que en tropel pasaban a gran velocidad presagiando catástrofes, guerras, epidemias y muerte. En algunas latitudes sólo se escuchaba el aullido terrible de los sabuesos ladrando de manera semejante al trueno. Cuando algún desafortunado llegaba a encontrarse con ellos, la única forma de salvar la vida era echarse pecho tierra y cubrir su cabeza, entonces los perros y caballos pasaban por encima sin hacerle daño. En cambio, si no lo hacía podía quedar atrapado por el sequito y ser arrastrado cientos de kilómetros lejos de su hogar, o morir atropellado. Si perecía, su destino era convertirse en un jinete más de esta terrible escuadra, que a veces vista en conjunto tenia la apariencia de un gran caballo blanco.

En las leyendas iberoamericanas existen también algunos jinetes fantasmales. En México el más conocido en el “Charro Negro”, ente que pasea en un caballo azabache por las calles de los pueblos ofreciendo un saco de monedas a quien lo vea; aquellos que aceptan serán condenados. Otra historia es la de “El sin cabeza”, este fantasma originario de Guanajuato es el alma en pena del forajido Gregorio Paredes, quien se cree ocultó un tesoro que pretendía dar a los pobres; sin embargo, murió y fue decapitado sin lograr su cometido, por lo que ahora deambula por la zona montando sobre su caballo en busca de alguien que desentierre el tesoro y lo reparta entre la gente.

Una de las historias mas antiguas en la que aparece un jinete decapitado, es el romance medieval Sir Gawain y el caballero verde, escrito a finales del siglo XIV. En él, un hombre cuya piel y ropas son de tono verde llega hasta Camelot, donde se hallan el rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda. Desafiante, los reta a pelear contra él y asestarle un golpe, el cual les promete devolver luego de un año. Sir Gawain, sobrino de Arturo y uno de sus más valientes hombres, se ofrece a luchar y, luego de un fiero combate, decapita al extraño. Mientras que todos los presentes observan la cabeza rodar por el suelo, el cuerpo del forastero verde se levanta para recogerla. Después la coloca bajo su brazo y se marcha, no sin antes recordar a Sir Gawain que el año próximo seria su turno de cortarle la cabeza. Un año después sir Gawain cumple su promesa y lo busca para sufrir el mismo destino, mostrando de este modo su honor y valor.

La visión de un hombre decapitado montado a caballo produce un miedo primigenio y cierta terrible fascinación, lo cual podría explicar porque este tipo de historias fantásticas atemorizan a chicos y grandes a pesar del tiempo.

Bibliografía

Extractos sacados de Muy Interesante (2016). Mitos y Leyendas.  Editorial GyJ Televisa S.A. DE C.V.