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Ulises, hijo de Laertes y de Anticlea, era rey de la Isla de Itaca y de la de Lulicio. Cuando nació, sus padres rogaron a su abuelo Antolico, hijo de Mercurio, que le pusiese nombre, y éste contestó:

  • Fui en otros tiempos el terror de la tierra. Que de ahí se deduzca el nombre del niño, y que se llame Ulises, que significa ser «ser temido».

Sin duda fue un principe sagaz, astuto y prudente, que en guerra de Troya contribuyó más al triunfo de los griegos con su astucia que lo hicieron los otros con sus proezas.

Llegó un momento en que el ejército griego ya estaba realmente agotado de sostener el cerco de la ciudad troyana, así como de las múltiples e infructuosas batallas que se estaban liberando para conquistarla.

Fue entonces cuando el adivino Calcas convocó una asamblea de los héroes y jefes del ejército, en la que indicó:

  • No sigás tratando de apoderaros de Troya por la fuerza, debéis utilizar la astucia.

Todos los reunidos estuvieron mucho rato cavilando, pero a nadie se le ocurría un medio. Entonces, el astuto Ulises concibió una temeraria estratagema, que fue rápidamente aceptada por todos. Les dijo:

  • Construiremos un enorme caballo de madera en cuyo interior colocaremos a los héroes griegos. El resto de las tropas se retirará, en los barcos, a la isla de Ténedos, una vez hayamos quemado todo lo que reste del campamento. Al ver que abandonamos el campo, los troyanos saldrán confiados de su ciudad y mirarán curiosos el caballo. Sólo un griego permanecerá junto a él, un héroe a quien nadie en Troya conozca, y dirá a los troyanos que tuvo que escapar de los griegos porque éstos le querian sacrificar a los dioses con el fin de tener un buen regreso. Para esto se esconderá debajo del caballo de madera, que estará consagrado a la protectora de los griegos, la diosa Atenea, no saliendo de su escondite hasta que vea salir a los argivos. Entonces, los troyanos confiarán en él y le conducirán, junto con el caballo, a su ciudad y cuando éstos se encuentren durmiendo, a una señal suya, abandonaremos nuestro escondrijo, haremos una señal a nuestros soldados escondidos en Ténedos, abriremos las puertas de la ciudad y procederemos inmediatamente a su incendio y destrucción.

Solamente los héroes Filoctetes y Neoptolemo se opusieron a este proyecto, considerando que no era propio de los griegos utilizar la astucia, sino el arrojo y el valor, para rendir Troya. Pero el adivino Calcas comentó:

  • Pensad que todo el valor y el arrojo de Aquiles no han conseguido rendir la ciudad.

Todos se retiraron a descansar, con el propósito de llevar a cabo la estratagema propuesta por Ulises. Y en el curso de aquella noche, la diosa Atenea se acercó al lugar donde dormía el griego Epeo, famoso por su habilidad, y le ordenó:

  • A ti te encargo de construir el caballo que entrará en Troya.

Epeo tan sólo tardó tres días en hacerlo, al cabo de los cuales se obra causó la admiración de todos por su buen parecido y colosal altura.

Una vez terminado el caballo, todos los héroes quisieron entrar en él. Entre los muchos que penetraron en su interior figuraban el hijo de Aquiles, Neoptolemo, Menelao, Diomedes, Ayax, Filoctetes, etc.

Quedó encargado del caballo un tal Sinón, héroe perfectamente desconocido por todos.

El artista Epeo, constructor del caballo, fue el último en entrar en su interior, cerrando tras sí la disimulada puerta.

A continuación, los demás griegos se apresuraron en levantar y destruir el campo, dirigiéndose a toda prisa a la isla de Ténedos para ocultarse en ella.

Todo ocurrió tal como Ulises había previsto. Horas más tarde, la ciudad de Troya caía en poder de los griegos.

 

Bibliografía

Repollés, J. (1979). Las Mejores Leyendas Mitológicas. España: Editorial Bruguera, S.A