Thor tenía un martillo mágico llamado “Mjolnir” y utilizaba esta arma predilecta tanto de maza como de arma arrojadiza. Era un proyectil que, además de no errar jamás el golpe, cual maravilloso bomerang, volvía, después de matar, a sus manos. Además, si era necesario, se hacía tan pequeño que podía disimularlo en cualquier parte. Pero
Cierto día, los guerreros de Odín consiguieron aprisionar al feroz lobo Fenris, pero no podían retenerlo porque todas las cadenas no bastaban para dominar su fuerza, por lo que tuvieron que recurrir a la industria de los genios enanos y malhechores, aunque obreros muy hábiles. “Con el paso de un gato, la barba de una
Odín o Wotan, creador del Universo, padre de los dioses y de los hombres, cuyo brillante ojo era el sol, cuando no cabalgaba sobre las nubes a través del espacio residía en el Walhalla (cielo empíreo). Y allí, aposentado en elevado trono, veía todo lo que hacían los dioses y los hombres. De Odín, el
Cuenta el Edda que antaño hubo un rey (Gylfi, en nórdico), que para premiar los maravillosos trabajos que en su obsequio realizo una especie de danzarían ambulante que pasó por su reino, le dijo: – te daré, dentro del país donde gobierno, tanta tierra de cultivo como puedan arar cuatro bueyes en un día y