Heneitekakara era una mujer muy hermosa. Ni en Australia ni en ninguna de las islas de los alrededores había otra que se le pudiera comparar siquiera. Su marido era Waihuka. El hermano mayor de este, llamado Tuteamoamo, tuvo envidia y pensó darle muerte. Un día, Tuteamoamo invitó a su hermano a ir con él a
Erase un hombre que, al principio, sólo poseía una mujer, que sus padres habían escogido para él. Y cuando él quiso casarse con otra, que era bella e inteligente, le dijo su madre: —No to cases con dos mujeres. ¡Eso to acarreara preocupaciones! Entonces le respondió el hijo: —No sois vosotros quienes tenéis que elegirla.
Cuéntase que cierto día, el dios Siva de Java creó una mujer que excedía a todas en hermosura. La quiso hacer su esposa y, aunque ella se resistía al principio, se vio al fin obligada a acceder más que nada por los ruegos de todos los dioses. Sin embargo, pidió una condición a Siva. —Quiero
Hace muchos años vivía en Moorea, la Isla vecina a Tahití, una muchacha tan reputada por su belleza como por su altivez y virtud. El rey de Tahití, muy anterior a la dinastía de los Pomaré, envió emisarios con ricos presentes a la hermosa joven. Mas ni el rango del egregio pretendiente ni la calidad
El Universo empezó por un caos del que salieron sucesivamente la luz, el calor y la humedad; y, finalmente, el Cielo y la Tierra. El primer ser superior era una divinidad macho, llamado Rangi; el segundo, una divinidad hembra, Papa, que quiere decir madre. También se dice que la diosa celeste Taaroa abrazó a una